Generoso ha sido mi Padre Dios
enseñándome, a través del humor, a no tomar la vida demasiado en serio, a no
ser intolerante, egoísta, egocéntrico, necio y hasta ridículo. El humor es un
regalo de vida lleno de magia que nos hace magnánimos, ayudándonos a darnos
cuenta de que lo ridículo está compuesto en gran parte por el sufrimiento
humano. El humor rompe con la rigidez que da la hiperseriedad, que no es lo
opuesto a lo ridículo, sino lo ridículo mismo, en nuestra cultura se asocia
responsabilidad con seriedad; grave error porque podemos ser responsables con
alegría.
Las personas asocian seriedad y
complejidad con creatividad, pero la alegría y la simplicidad es creatividad:
“Cuanto más simple y más alegre… más
fuerte;
Cuanto más simplifiques tu vida… más
dirección adquiere;
Cuanto más simplifiques tu vida… más
motivaciones tiene,
Cuanto más simplifiques tu vida… la
haces menos compleja;
Cuanto más simplifiques tu vida…
tienes más sabiduría;
Sólo recuerda una cosa importante:
ser alegre y simplificar... sin restar esencia”
Este viejo Filósofo diariamente busca
dar y robar una sonrisa, y a través de ella, sublimar el dolor y los pesares,
principales saboteadores de la alegría. Somos el arquitecto de nuestro destino,
cada día decidimos qué camino tomar, todo en la vida gira alrededor de la
elección; si al refugio de cada mañana elegimos sentirnos bien, ser felices,
triunfar y gozar del energizante poder del humor, nos sobrarán motivos para
sentirnos bien; si, por el contrario, elegimos sentirnos mal, levantarnos con
el resentimiento, los odios, el rencor a flor de piel, nos sobrarán motivos
para sentirnos mal.
Elegir el buen sentido del humor
propicia cambios positivos en tu organismo, existen pruebas de su valor
terapéutico: reducción del estrés, elevada tolerancia al dolor, mejorada
capacidad para afrontar y resolver la enfermedad, aumento de la autoestima,
alegría espiritual, enriquecimiento de la imaginación, disminución de las
preocupaciones y del cortisol, químico
liberado por el estrés cuyo uso prolongado daña tu salud.
Una carcajada dilata el sistema
cardiovascular, fortalece la presión arterial, relaja los músculos, genera
endorfinas, reduce el dolor produciendo el mejor antiinflamatorio natural. Si
piensas en la última vez que te reíste de verdad y recuerdas cómo te dolía todo
el cuerpo al dejar de hacerlo, es porque has hecho ejercicio.
Nuestro sistema cardiovascular, por
ejemplo, se ejercita cada vez que el ritmo cardíaco y la presión sanguínea
aumentan para luego descender nuevamente. Nuestra agitada respiración crea un
vigoroso intercambio de aire en los pulmones y constituye un saludable
ejercicio para el sistema respiratorio. Además, nuestros músculos liberan
tensiones cada vez que se contraen y relajan. Hay que tener en cuenta que 20 segundos
de carcajadas supone el mismo ejercicio para el corazón que tres minutos de
remo.
En la vida, como en el teatro,
tenemos al menos tres tonos: el humorístico, el dramático y el trágico; cada
quien escoge su camino de opción existencial. La manera más sana es el tono
humorístico, es una forma de desdramatizar lo cotidiano; el humor por medio de
la risa juega con las normas; puede inquietar al poder mucho más que una
resistencia armada. El humor es el camino más directo para conectarse con uno
mismo y mejorar la relación con los demás.
Sufrir ante los problemas representa
una actitud negativa ante la vida, reír en medio de los mismos representa una
actitud positiva, la diferencia es considerable tomando en cuenta que la risa
provoca respuestas fisiológicas benéficas en nuestro cuerpo. El humor nos lleva
a comprender la vida profundamente y vivirla a plenitud, nos hace mejores
personas, hace que nazca en nuestro rostro la sonrisa, “una línea recta... que
todo lo endereza”.
“Un grupo de jóvenes estudiantes
atraídos por la fama del viejo sabio norteño, llegaron a conocer Güémez, como
irían a la sierra, decidieron visitar al Filósofo.
–– Sabemos que tú vibras en armonía
con la naturaleza y que no se te dificulta conocer el estado del tiempo, ¿cuál
es tu pronóstico para esta tarde? –– Parcialmente lluvioso.
–– ¿Y para mañana? –– Parcialmente
soleado.
––Oye, Filósofo, dinos una cosa: ¿Qué
tal son tus pronósticos?
–– Parcialmente acertados”