Ese
genio militar y humorístico llamado Winston Churchill afirmó: “El éxito no es
definitivo, ni el fracaso total. Lo que cuenta es el valor de seguir adelante”
eso lo sabía la generación de jóvenes que en 1968 salieron a la calle en la
búsqueda de sus sueños, sueños que impactarían para cambiar el presidencialismo
mexicano.
“En
julio de 1968 durante el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, se
iniciaron una serie manifestaciones y marchas estudiantiles en el D.F. que
criticaban el autoritarismo del gobierno, apoyaban las protestas en el mundo,
exigían se respetara la autonomía universitaria y la libertad de los presos
políticos.
A
los estudiantes de la UNAM se unieron los del Instituto Politécnico Nacional,
los Centros Educativos de la Ciudad de México; después Asociaciones de Maestros
y Sindicatos, hasta convertirse en un gran movimiento social. Con
representantes de todos ellos, se formó el Consejo Nacional de Huelga que a
mediados de septiembre empezó a sufrir una severa represión, con la entrada del
ejército a la Ciudad Universitaria. Se calcula que hubo una docena de muertos y
alrededor de 100 detenidos o desaparecidos.
El
2 de octubre de 1968 se convocó a una manifestación en la Plaza de las Tres
Culturas en Tlatelolco. Muy a pesar de que por la represión, el movimiento se
había debilitado, debido a que muchos de sus líderes habían sido encarcelados,
el ambiente social cada día estaba más tenso, a 10 días de iniciarse los Juegos
Olímpicos.
Unos
minutos después de iniciada la manifestación, con los líderes que quedaban
libres y un orador en el tercer piso del Edificio Chihuahua, un helicóptero del
ejército mexicano lanza unas bengalas sobre la multitud. Con ésta señal,
militares, paramilitares y francotiradores abren fuego contra los
manifestantes, estudiantes en su mayoría. El número de muertos es desconocido
hasta la fecha, pero se sitúa entre 300 y 500, con más 2000 detenidos. Este fue
el fin del movimiento estudiantil; los Juegos Olímpicos se celebraron 10 días
después en la Ciudad de México con una fuerte rechifla en la inauguración, para
el Presidente Díaz Ordaz.
En
su 5º. Informe de gobierno en 1969, 11 meses después, el presidente Díaz Ordaz
dijo: ‘Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica,
política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los
sucesos del año pasado’. Él consideraba que había cumplido con su deber al
‘salvar a México del comunismo’, cuya implantación jamás fue uno de los
objetivos del movimiento estudiantil”1
Hay
muchas anécdotas históricas, una de ellas –contada por el protagonista– refiere
“cuando el entonces Secretario de la Presidencia Dr. Emilio Martínez Manautou
supo que no sería candidato a la Presidencia de la República.
Una
vez que el Partido Revolucionario Institucional, postuló como su candidato a gobernador de Tamaulipas al Ing.
Américo Villarreal Guerra, el gobernador Constitucional Dr. Emilio Martínez
Manautou prudentemente decidió disminuir su ritmo de trabajo, incluidas las
audiencias; razón por la cual tenía tiempo para charlar con su carismático
secretario particular, Arq. Felipe Quesada Pascual.
En
una de tantas charlas, el Dr. Martínez Manautou le comentó, que durante el
sexenio de Díaz Ordaz, habiendo sido nombrado Secretario de la Presidencia,
–cargo que lo posicionaba como precandidato natural a sucederlo–, todos los
sábados por la noche, cuando concluía sus labores, el doctor tomaba la red
presidencial y llamaba al Primer Mandatario de la Nación: — ¡Señor Presidente!,
si no tiene usted inconveniente me retiro.
—
Ninguno Emilio, nos vemos mañana… ¡a la hora de siempre para jugar golf!
Así
los hicieron durante todo el sexenio, puntualmente sábado tras sábado se daban
cita, para el día siguiente en el campo de golf jugar solos. Hasta que llegó el
fatídico miércoles 2 de octubre de 1968, cuando a las 5 de la tarde se inició
la trágica “Noche de Tlatelolco”, que cimbró la conciencia de miles de
mexicanos, haciendo un parte aguas en la historia nacional, del México pos
revolucionario.
El
sábado 5 de octubre siguiente, como era costumbre el doctor Martínez Manautou,
Secretario de la Presidencia, llamó por la red: — ¡Señor Presidente!, si no
tiene usted inconveniente me retiro.
El
Presidente respondió: — Ninguno Emilio… ¡¡Nos vemos el lunes!!
Ahí
−comentaba el Dr. Martínez Manautou− me di cuenta que mis posibilidades de ser
el candidato a la Presidencia de la República… ¡se habían esfumado!
Otra
anécdota recuerda la conocida rivalidad, que se generó entre el Presidente Díaz
Ordaz y el Lic. Carlos Alberto Madrazo, una vez que hubo pasado el movimiento
del 2 de octubre y con él los lamentables acontecimientos de Tlatelolco, un
joven periodista maliciosamente se acercó al Lic. Madrazo inquiriéndole sobre
su participación intelectual en la lucha estudiantil. Inteligentemente el Lic.
Madrazo le respondió al novel periodista: — ¡No!, se equivoca. Yo soy de los
Madrazos de Tabasco… ¡NO DE LOS DE TLATELOLCO!
1Fuente:
http://www.udg.mx/es/efemerides/02-octubre-0
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