viernes, 25 de septiembre de 2015

HACIÉNDOLES CAMBIO DE LUCES…

El genio de Pablo Neruda dijo: “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.”


Cuando emprendes un viaje hacia tu interior, nace un rico maridaje con la vida, llega un acompañamiento de luz, brota la auto transformación, “es la más feliz de tus horas porque te encuentras contigo mismo”


Cuando te encuentras contigo mismo, accesas a un proceso de renovación que sana tu mente, que te provee de una rica visión del presente y del futuro, que debilita tu ego, que trabaja en la unidad holística de mente-cuerpo-alma, fortaleciendo tu ser y Divinidad Interior, sembrando el amor incondicional que tiene la magia de hacer más ligero tu viaje por esta carnalidad.


Cuando tienes la virtud de encontrarte contigo mismo, se te abren un mundo de oportunidades, surgen grandes espacios en la vida para la reflexión y la toma adecuada de decisiones, aprendes de los tropiezos y te regocijas con tus éxitos, construyes las circunstancias idóneas para vivir con una enorme calidad y calidez.


Encontrarte contigo mismo, te recuerda que eres mucho más que los sentidos físicos, –el sentido del gusto, el del tacto, el del oído, el de la vista, el sentido del olfato–, abre tus sentidos extra corporales –el sentido de vida, el sentido del amor, el sentido común, el sentido de la ubicuidad y el sentido del humor–  y ¿quién para a un hombre que con sus 10 sentidos se empodera de la vida?


Encontrarte contigo mismo, te une a tu poderosa naturaleza, te enseña que “Cada amanecer, significa: AMA NACER”, nacer a una nueva vida que te identifique con el ser de luz que eres, que te lleva a introducirte a los entresijos del universo, para que construyas un mundo espectacular, en el que “des rienda suelta a tus sueños… que ellos saben el camino”


Encontrarte contigo mismo, te lleva a sondear, vislumbrar, descubrir y reencontrarte con tu maestro Interior, que es profundamente sabio y te llena de paz interior, pasión, alegría y felicidad, debilitando al ego, –que tanto daño te hace–, sanando tu mente y armonizándote en un rico equilibrio con el universo.


Encontrarte contigo mismo, es creer en ti, para creer y crecer en la vida, para encontrar la alegría en medio del dolor, para alimentar tu alma de amor y sin saber ¿cómo o porque? Los miedos –que debilitan tu vida- morirán de hambre. 


Encontrarte contigo mismo, es un arte de vida que te desconecta de lo superfluo y de las banalidades, y te conecta con el hálito de vida, que te lleva a fluir en equilibrio con el universo y saborear el pedazo de eternidad que hay en ti y disfrutar el pedazo de cielo en el que vives.


Encontrarte contigo mismo, metafóricamente es desbloquearte del dolor, es ‘sacar a pasear al alma’ para seguir avante; es deshacerte de lo que te daña, abriendo espacio para recibir el racimo de bendiciones que hay para ti.
Encontrarte contigo mismo, es entreverar sonidos y silencios, que te lleven a viajar a tu ritmo y a tu tiempo, para abrirte a nuevas experiencias, acción que te ayuda a romper el círculo vicioso que genera el miedo y te adentra en el círculo virtuoso que el amor provee, volviéndote cómplice de la felicidad, elevándote más allá de tus límites.


Para el Filósofo, el buen sentido del humor, es el camino más simple para encontrarte contigo mismo, “el camino a tu interior, tiene la magia de tocar fibras vitales, aumenta tu tono de ánimo, ensancha tu capacidad de aprendizaje, fortalece tu creatividad, abre tu alma a nuevas experiencias y formas de ver la vida.”


A propósito de humor, “venía un pela’o por la carretera en su vochito viejo, de repente se le apagó, el tipo, se orilló para ver si podía hacerlo arrancar, pero nada. En eso apareció un Mercedes Benz a 170 km/h. El tipo del Mercedes se apiado del dueño del vocho, se da un amarrón y se ofrece a remolcar al vocho.
El dueño del vochito aceptó enseguida, pero lo apercibió amablemente:


— Nomás no le pise mucho porque ésta madre se va a deshacer, bueno mejor sí písale y cuando sienta que ésta ‘ingadera se desmadra, le hago el cambio de luces pa’ que le baje.


El Mercedes comenzó a remolcarlo a 80 km/h y el dueño del vocho sentía que su carrito se desbarataba; entonces le hacía cambio de luces para que le bajara a la velocidad. En eso se les empareja un Porsche, retando al Mercedes. Y claro que como buen mexicano le sube la velocidad y va: 120, 130, 140, 150, 190, 210, 240, 260 km/h.


El dueño del vocho se moría, pues su vocho se iba deshaciendo, y por más que le hacía cambios de luces y le tocaba el claxon y nada, el Mercedes y el Porsche jugando a las carreras.


En eso pasan a una patrulla de la Federal de caminos, en la que el radar registra 300 km/h. El policía avisa por radio al próximo puesto: — ¡Atención!, ¡Atención! Un Mercedes gris plata y un Porsche negro a más de 300 km/h y juro por mi vieja, que tanto quiero, que viene un ‘inche vocho atrás de ellos pitándoles y haciéndoles cambio de luces… ¡PARA QUE LO DEJEN PASAR!


viernes, 18 de septiembre de 2015

¡NO ES QUE SHEA FORMIDABLE!...

Hay una anécdota que deja una enseñanza formidable: “Un joven que viajaba en un camión junto a su padre, se mostraba sorprendido ante cualquier objeto cercano, con excitación gritaba a su padre lo que observa; un pasajero del autobús, al escuchar una a una las exclamaciones llenas de euforia del muchacho, perdió la paciencia y fue a reclamarle a su padre por el ruido que este provocaba.


— Disculpe, –molesto preguntó al padre– pero su hijo ¿está bien de la cabeza?, pues parece como si nunca hubiera visto objetos cotidianos como: niños, carros, nubes y árboles.


— El joven –respondió el padre tranquilamente– nació ciego, éste día fue dado de alta en el hospital, pues recibió un trasplante… ¡y es la primera vez que puede ver!


Al escuchar esto el pasajero regresó a su asiento apenado y sorprendido.


La moraleja es profunda: que importante es no juzgar a  las personas, porque no sabemos cómo son o por lo que han pasado.”


Los seres humanos juzgamos más basados en nuestro sistema de creencias, que por la inteligencia emocional, omitimos ‘ver y oír’ con los ojos del alma, la gran mayoría vemos, pero ignoramos lo que hay atrás de cada ser humano, de las cosas o de los hechos, en la mayoría de las ocasiones no comprendemos la esencia de lo que vemos.


El ser humano está acostumbrado a afanarse por quedar bien con todos y a criticar a los demás; querer quedar bien; juzgar y criticar, además de que son el camino al fracaso, rompen nuestra armonía con el universo, son un homenaje a la mediocridad, que tiene la fuerza de cancelar nuestro infantil sentido de pertenencia, del logro y del asombro.


El hombre que es sabio, entiende, que los prejuicios te llevan a juzgar apresuradamente, juzgar se vuelve parte de la vida de los mediocres, pero la vida te enseña, que nadie tiene el derecho de juzgar el camino que otros han elegido, y si has de juzgar, júzgate a ti mismo con amor incondicional, autocorregirte es un sutil método de afianzar y cambiar tu destino.


Nadie tiene el derecho de erigirse en juez de otro, que importante es eliminar prejuicios, odios, rencores y resentimientos, que tienen la facilidad de llenar tu alma de ideas preconcebidas, que juegan en tu contra y son una pesada carga para que logres afianzar tu presente y consolidar el futuro.


En vez de juzgar o calificar, comprende al de enfrente, entiende que a veces la vida lo ha puesto a pruebas y le ha dado recursos diferentes a los que a ti te ha proveído, tu intima naturaleza te recuerda, que nadie posee el derecho de censurar o condenar a un semejante.


El ser mediocre hace juegos malabares con la palabra para criticar y juzgar con inmediatez, es harto difícil aprender de los demás y entender, que es demasiado fácil juzgar al que tropieza, lo más saludable es “seguir el impulso primario de tus sueños, ellos se saben el camino” y a la par, trabajar en el crecimiento y evolución de tu ser holístico.


Cuando el ego domina nuestra existencia, no reconocemos que los problemas forman parte del rompecabezas de la vida diaria, ¿por qué en el breve espacio de nuestro tránsito por ésta vida, dilapidar nuestro tiempo en juzgar o criticar a otros? Y no ocuparnos en fluir con el río de la vida y creer en nosotros mismos.


Si en vez de juzgar, nos damos tiempo para ser agradecidos, maduraremos al darnos cuenta que tiene la magia de concentrar nuestro ser en el amor y todo lo que parte del amor, trae felicidad, esta llamado al éxito, te reencuentra con lo que buscas; y a la par madurar con el dolor, para reconectarnos con nuestro Maestro Interior, que nos enseña a valorar en el presente todo lo que somos y lo que tenemos.


Resulta que “en el pueblo Don Betustio y Doña Virula, habían cumplido 75 años de feliz vida matrimonial, los periódicos de la región daban cuenta de tan singular suceso; al día siguiente de la celebración se dirigieron a las gorditas de “El Tigre”, al abrir la puerta Don Betustio le dijo a su señora esposa:


–– ¡Pashale mamashita! al llegar a la mesa, le acomodó la silla a la vez que le decía: –– ¡Con cuillado mi amorsh! Una vez que llegó la mesera, –como la compañera de su vida no escuchaba bien– volvió alzar la voz y le dijo cercanamente al oído: –– ¡Que, qué vash a querer comer corashonshito! 


Acto seguido Don Betustio se dirigió al baño a la vez que le decía a su pareja: –– Ahorita vengo, cariñito.  
En el camino fue interceptado por la mesera, que con la voz entrecortada le dijo:


–– ¡Que hombre tan formidable es usted!, mire que después de 75 años de casado, llamarle a su mujer: ¡mamacita!, ¡amorcito!, ¡corazoncito!, ¡cariñito!…


–– No es que shea formidable –respondió don Betustio– es que sha se me olvidó el nombre de la ¡‘inche vieja!”


viernes, 11 de septiembre de 2015

ELEGIR UN CORAZÓN…

Todos los cuentos místico Zen, traen consigo una enseñanza profunda, el siguiente es un  ejemplo de ello: “Un gran Maestro llegó a un pueblo a dar charlas a sus futuros discípulos, pero antes quería saber si estaban preparados para recibir su enseñanza.


Una vez junto a ellos, les preguntó: — ¿Saben de qué voy a hablarles?


— No respondieron al unísono.


— Entonces, –dijo el Maestro– me retiraré hasta que ustedes sepan de qué voy a hablarles.


Al siguiente día el Maestro volvió a verlos y nuevamente les preguntó:


— ¿Saben ahora de qué voy a hablarles?


— ¡Si Maestro!, luego de habernos reunidos y por las referencias de otros pueblos ya sabemos de qué va a hablarnos.


— Entonces, –dijo el Maestro–, si ya saben, me retiro.


Desconcertados los discípulos no sabían que hacer y estuvieron meditando todo el día para ver que respuesta le daban al Maestro. Al otro día el Maestro volvió a preguntar:
— ¿Ya saben de qué voy a hablarles?


— Si Maestro, –dijeron los discípulos– pero no nos ponemos de acuerdo, la mitad si sabe, pero la otra no.


— Entonces, –dijo el Maestro–, que la mitad de ustedes le enseñe a la otra mitad, y acto seguido se retiró.


Al cuarto día, nuevamente el Maestro llegó y preguntó:


— ¿Ya saben de qué voy a hablarles?


Nadie respondió, estaban en profunda meditación. Entonces el Maestro meditó junto a ellos.”1


Cuando meditas, te ensimismas en el poder y en el valor del silencio, que te ayuda a entender que hay una historia dentro de cada individuo, te auxilia para tirar lastre, liberándote de las innecesarias cargas emocionales negativas, –odios, rencores, resentimientos, miedo al fracaso– que sólo impiden que construyas una visión positiva del presente y que tus sueños levanten vuelo.


Cuando el dolor o la adversidad llegan, meditar te conduce a dialogar contigo mismo, te compenetra en el misterio de la vida, es un remedio infalible, que invariablemente te lleva al encuentro con tu esencia intima aun inexplorada, por estar atrapado en el estrés y las prisas que la modernidad trae consigo.


Meditar, te muestra el camino de la autorealización, en el que se te revela la verdad; es vitamina pura para tu alma, que tiene la virtud de dar luz y fortaleza a tu ser, dotándote de la inspiración suficiente, para que se eleve más allá de tus límites.


Para el Filósofo de Güémez, meditar es centrarte en la esencia de la vida; es vaciar tu mente de dudas y temores, para gozar el encuentro con tu Maestro Interior, es aligerar la carga de tu conciencia, un puente saludable entre el cielo y la tierra, que te invita a autotransformarte y accesar a otra dimensión que te hace “Rápido para escuchar, ágil para reflexionar, pausado para hablar y lento para enojarte”.


Meditar te recuerda quién eres; purifica tu ser; alinea mente-cuerpo y alma con el universo, llevándote a sacar a relucir las reservas de energía positiva que hay en tu conciencia Divina; te hace humilde; vacía tu mente intuitiva y profunda, para encontrarte con la autorealización personal y conducirte por el camino de la sabiduría.


“Había una vez un viejito que necesitaba un trasplante de corazón, cuando estaba en el quirófano, el doctor le dio buenas noticias:


— Hay tres corazones para su trasplante. Uno es de un piloto que no tenía vicio alguno. Otro es de un atleta que tenía buena salud. El tercero es de un abogado que llevaba una vida licenciosa y desenfrenada, diariamente bebía y fumaba mucho, se pasaba días en no ir a su casa por las parrandas, estafaba a sus clientes, era muy sinvergüenza, mujeriego, parrandero, jugador y no gozaba de buena salud.


El viejecito, después de meditar un rato, eligió el del abogado. El doctor sorprendido le pregunta:
— ¿Por qué eligió el del abogado?


— Ya que puedo elegir un corazón –dijo el viejecito–, medité y elegí uno que no se haya usado nunca.”


1. http://vidaok.com/pensamientos-para-reflexionar/

viernes, 4 de septiembre de 2015

CRISIS

Hay una historia aleccionadora, que parafraseo para usted: “En el pueblo había un hombre modesto que a pesar de ser mil usos, siempre había vivido en crisis económica, hasta que dio en el clavo, se dedicó a vender hot dog –perros calientes–. No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos.


Se preocupaba mucho por dar publicidad a su negocio, colocando carteles de propaganda por todo el pueblo, también ofrecía su producto en voz alta, atendía con limpieza, esmero y amabilidad a su clientela. Las ventas fueron aumentando cada vez más; compraba el mejor pan y la mejor salchicha.


Llegó un momento en que fue necesario comprar un carrito más grande, para atender a la creciente clientela. El negocio prosperaba. Sus hot dog –perros calientes– eran los mejores de la región.


Venciendo su crisis económica inicial, pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar Economía en la mejor Universidad del país. Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que su padre continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él:


— ¿Papá, qué usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? ¡Hay una gran crisis en el mundo! ¡Y la situación en la economía de nuestro país es crítica! ¡El precio del petróleo está cayendo, el peso se está devaluando frente al dólar, la economía está mal! ¡Estamos en plena crisis!


Después de escuchar las consideraciones de su hijo, el padre pensó, mi hijo tiene la razón, pues es Economista, lee periódicos, ve televisión y con miedo a la crisis, el viejo buscó el pan más barato […más malo] y comenzó a comprar la salchicha más barata […la peor] y para economizar, dejó de hacer sus carteles de propaganda.


Abatido por la noticia de la crisis, ya no ofrecía su producto en voz alta, ni atendía con entusiasmo a sus clientes. Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo, hasta llegar a niveles insoportables. El negocio de perritos calientes del viejo, que antes generaba recursos para que el hijo estudiara Economía, finalmente quebró.


Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo:


— ¡Hijo!, cuánta razón tienes, estamos en medio de una gran crisis y le comentó orgullosamente a sus amigos:
— Bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar Economía, él me avisó de la crisis.
La moraleja es profunda: Cada quien construye sus propias crisis”1


Los abuelos me han enseñado que toda crisis es oportunidad para el cambio, para encontrarme conmigo mismo y darle ‘pa’lante’ porque “No hay árbol que no haya sido movido por la tormenta” y la virtud de la tempestad, es que hace árboles fuertes, no hay crisis que aguante a un hombre que pleno de pasión y fe, trabaje 12 horas diarias.


La mayor crisis es el desánimo, el darse por vencido, el dejar de luchar, no hay en la vida triunfador que no haya pasado por la turbulencia de una crisis; cuando reconoces que toda crisis llega para tu bien, la reconoces como una bendición, el ser holístico que hay en ti se agiganta para encontrarse con su destino.

 
El hombre revela de qué está hecho y hasta dónde puede llegar, cuando se enfrenta a una crisis, es ahí en donde descubre su temple y carácter, donde reconoce de que está hecho; es ahí donde aflora la inigualable imaginería personal, los dones y bienes que antes permanecían ocultos.


“Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis: una significa ‘peligro’, la otra ‘oportunidad’. En una crisis toma conciencia del peligro… pero reconoce la oportunidad”


Crisis y Oportunidad, son dos lados de la misma moneda de la vida. Es en una etapa de crisis en la que el ser humano pone a prueba su coraje, tenacidad, ahí se conoce a sí mismo y descubre ¿de qué es capaz?, ¿hasta dónde puede llegar?; cuando no se desanima y sigue adelante, aflora el talento, nace el racimo de oportunidades que antes se escondían… ¡llega el cambio!


Toda crisis es una maravillosa oportunidad para enfrentar el miedo al fracaso y redescubrir tus poderes; es una  puerta de acceso al éxito, la prosperidad, la abundancia, la armonía, “Los aviones se levantan con el viento en contra… nunca a favor”


“En el pueblo había una madre modesta, que a pesar de las crisis económicas, lavando a mano y planchando ajeno, había enviado a su hija a estudiar a la Universidad. Ésta, al recibirse –por ser una alumna distinguida– inmediatamente encuentra trabajo. Al recibir el primer mes de sueldo, le llama a su mamá y le dice:

— ¡Mamá!, te voy a regalar una lavadora.

— ¿Qué es eso mi’jita –dice sorprendida la madre.

— Sólo tienes que echarle jabón, agua y la ropa sucia y te la lava, ¡ahhh!, también te mandaré una licuadora.

Al día siguiente la hija vuelve a llamar y le pregunta a su mamá: — ¿Qué tal te va con la lavadora?

— Con la grande muy bien mi’jita, pero la pequeña… ¡ME HIZO PEDAZOS MIS CALZONES!”



1.http://www.coachingparaelexito.com/respiro/cuentos_metaforas/uno_construye_sus_propias_crisis.htm