El
genio de Pablo Neruda dijo: “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar
indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más
feliz o la más amarga de tus horas.”
Cuando
emprendes un viaje hacia tu interior, nace un rico maridaje con la vida, llega
un acompañamiento de luz, brota la auto transformación, “es la más feliz de tus
horas porque te encuentras contigo mismo”
Cuando
te encuentras contigo mismo, accesas a un proceso de renovación que sana tu
mente, que te provee de una rica visión del presente y del futuro, que debilita
tu ego, que trabaja en la unidad holística de mente-cuerpo-alma, fortaleciendo
tu ser y Divinidad Interior, sembrando el amor incondicional que tiene la magia
de hacer más ligero tu viaje por esta carnalidad.
Cuando
tienes la virtud de encontrarte contigo mismo, se te abren un mundo de
oportunidades, surgen grandes espacios en la vida para la reflexión y la toma
adecuada de decisiones, aprendes de los tropiezos y te regocijas con tus
éxitos, construyes las circunstancias idóneas para vivir con una enorme calidad
y calidez.
Encontrarte
contigo mismo, te recuerda que eres mucho más que los sentidos físicos, –el
sentido del gusto, el del tacto, el del oído, el de la vista, el sentido del
olfato–, abre tus sentidos extra corporales –el sentido de vida, el sentido del
amor, el sentido común, el sentido de la ubicuidad y el sentido del humor– y ¿quién para a un hombre que con sus 10
sentidos se empodera de la vida?
Encontrarte
contigo mismo, te une a tu poderosa naturaleza, te enseña que “Cada amanecer,
significa: AMA NACER”, nacer a una nueva vida que te identifique con el ser de
luz que eres, que te lleva a introducirte a los entresijos del universo, para
que construyas un mundo espectacular, en el que “des rienda suelta a tus
sueños… que ellos saben el camino”
Encontrarte
contigo mismo, te lleva a sondear, vislumbrar, descubrir y reencontrarte con tu
maestro Interior, que es profundamente sabio y te llena de paz interior,
pasión, alegría y felicidad, debilitando al ego, –que tanto daño te hace–,
sanando tu mente y armonizándote en un rico equilibrio con el universo.
Encontrarte
contigo mismo, es creer en ti, para creer y crecer en la vida, para encontrar
la alegría en medio del dolor, para alimentar tu alma de amor y sin saber ¿cómo
o porque? Los miedos –que debilitan tu vida- morirán de hambre.
Encontrarte contigo mismo, es
un arte de vida que te desconecta de lo superfluo y de las banalidades, y te
conecta con el hálito de vida, que te lleva a fluir en equilibrio con el
universo y saborear el pedazo de eternidad que hay en ti y disfrutar el pedazo
de cielo en el que vives.
Encontrarte
contigo mismo, metafóricamente es desbloquearte del dolor, es ‘sacar a pasear
al alma’ para seguir avante; es deshacerte de lo que te daña, abriendo espacio
para recibir el racimo de bendiciones que hay para ti.
Encontrarte
contigo mismo, es entreverar sonidos y silencios, que te lleven a viajar a tu
ritmo y a tu tiempo, para abrirte a nuevas experiencias, acción que te ayuda a
romper el círculo vicioso que genera el miedo y te adentra en el círculo
virtuoso que el amor provee, volviéndote cómplice de la felicidad, elevándote
más allá de tus límites.
Para
el Filósofo, el buen sentido del humor, es el camino más simple para
encontrarte contigo mismo, “el camino a tu interior, tiene la magia de tocar
fibras vitales, aumenta tu tono de ánimo, ensancha tu capacidad de aprendizaje,
fortalece tu creatividad, abre tu alma a nuevas experiencias y formas de ver la
vida.”
A
propósito de humor, “venía un pela’o por la carretera en su vochito viejo, de
repente se le apagó, el tipo, se orilló para ver si podía hacerlo arrancar,
pero nada. En eso apareció un Mercedes Benz a 170 km/h. El tipo del Mercedes se
apiado del dueño del vocho, se da un amarrón y se ofrece a remolcar al vocho.
El
dueño del vochito aceptó enseguida, pero lo apercibió amablemente:
—
Nomás no le pise mucho porque ésta madre se va a deshacer, bueno mejor sí
písale y cuando sienta que ésta ‘ingadera se desmadra, le hago el cambio de
luces pa’ que le baje.
El
Mercedes comenzó a remolcarlo a 80 km/h y el dueño del vocho sentía que su
carrito se desbarataba; entonces le hacía cambio de luces para que le bajara a
la velocidad. En eso se les empareja un Porsche, retando al Mercedes. Y claro
que como buen mexicano le sube la velocidad y va: 120, 130, 140, 150, 190, 210,
240, 260 km/h.
El
dueño del vocho se moría, pues su vocho se iba deshaciendo, y por más que le
hacía cambios de luces y le tocaba el claxon y nada, el Mercedes y el Porsche
jugando a las carreras.
En
eso pasan a una patrulla de la Federal de caminos, en la que el radar registra
300 km/h. El policía avisa por radio al próximo puesto: — ¡Atención!,
¡Atención! Un Mercedes gris plata y un Porsche negro a más de 300 km/h y juro
por mi vieja, que tanto quiero, que viene un ‘inche vocho atrás de ellos
pitándoles y haciéndoles cambio de luces… ¡PARA QUE LO DEJEN PASAR!
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