La sabia frase dicta: “No es
grande el que siempre triunfa… sino aquel que jamás se desalienta” No te
desalientes, ni te des espacio pa’ claudicar, que la vida es un ejercicio sano
de acierto-error; como los borregos cuando dan tope, vamos “pa’lante, pa’ atrás
ni pa’ agarrar vuelo”, recuerda que “la vida es lo que viene… no lo que fue”, y
no hay amigos, ni enemigos, sólo maestros que te dejan enseñanzas pa’l camino.
HOY descubre los mensajes,
la verdad que se oculta tras el milagro de la vida, encuéntrate contigo mismo,
expresa tu grandeza.
Hay una relación íntimamente
ligada a las dos emociones pilares del animal, –entre ellas el ser humano– se
vive entre el miedo y el amor, las dos emociones, manejadas adecuadamente son
sagradas, manejadas estúpidamente son una pesada carga en la vida.
El miedo, demuestra que
nuestra biología esta íntimamente vinculada a las emociones negativas, por
increíble que le parezca, el miedo siempre va de la mano con el odio, el
resentimiento, la soledad, la tristeza, la amargura y con los pensamientos
negativos que empañan nuestro profundo sentido de vida.
Quien no sabe recibir amor,
tiene miedo permanente, entonces esta destinado a perder, porque el miedo
debilita el sistema inmunológico, altera la presión arterial, paraliza tus
sentidos, a la vez que genera en tu organismo: cortisol, glutamato,
triglicéridos, que afectan tu sistemas de vida, el que camina con miedo, entra
en alerta, está en pánico, no goza la vida, no la vive… sobrevive.
El antídoto para todos los
males y el elíxir para todos los bienes es el amor incondicional, que al
fortalecer tus vínculos, guía por el camino correcto a tu intuición, enraíza
firmemente tus valores espirituales, te lleva a disfrutar tu proceso vital
plenamente en el aquí y el ahora, despertándote a una realidad espectacular,
que te lleva a creer en ti sabiendo que sólo es imposible si no lo intentas.
Quien ama lo que es, lo que
hace, lo que tiene y lo que da, enciende su luz, ve la vida con los ojos del
alma, rompe círculos viciosos transformándolos en círculos virtuosos, vive para
siempre, genera felicidad, armonía, paz interior y alegría, le conecta con su
maestro Divino, que es creativo e inagotablemente alegre, al encontrar al
hombre consigo mismo, crea seres espectaculares que plenos de fe, no tienen
tiempo para claudicar.
Así como la luz, genera una
sombra, el ser iluminado por el amor, genera disciplina, autocontrol, visión
positiva de futuro, sana alegría, inacabable felicidad, disminuye el ego, que
siempre tiene la necesidad de ganar.
El amor tiene la magia de
hacerte fluir con el universo, atrayendo salud y bienestar; a través de la
dopamina, la inmunoglobulina “A”, los linfocitos “T”, la serotonina, te ayudan
a trasformar el dolor, en un escalón para tu equilibrio, a reinventarte
apasionadamente, a vivir en plenitud y dormir en calma.
El amor, te lleva de la
palabra, al silencio, a entender que a la vez que sabemos algo, ignoramos
mucho, por eso es importante jamás dejar de aprender, pasando de las respuestas
a las preguntas, del ¿Por qué? al ¿Para qué?, te activa para enviar bendiciones
y te prepara para ser bendecido, porque es infalible lo que sale del fondo de
tu alma, regresa a ti… pero multiplicado.
El amor incondicional, al
encontrarte contigo mismo, te conecta con tu brújula interior, llevándote a
respetar el templo Divino de tu cuerpo, a escuchar sin interrumpir, te conduce
a preguntarte, en esta vida: ¿Qué llegue a aprender y qué a enseñar?, sienta
tus pies en la realidad, te invita a ir adelante en pos de tus sueños, te
recuerda lo poderoso y grande que eres, que en lo más íntimo de tu ser, eres
más que materia, eres un majestuoso ser holístico, en el que es trascendente un
equilibrio entre lo biopsico-social-espiritual de tu ser.
Un pela’o llega con el
campesino de Güémez y le dice:
–– Filósofo, amo a la vida,
tanto como al café, pero… ¿Por qué será que cada vez que me tomo una taza de
café, me duele un ‘ingo el ojo derecho?
–– ¡Ah chinga, chinga,
chinga! –exclama el Filósofo– que cuidadosamente ausculta su ojo, después le
pide a su esposa: –– ¡Vieja!, por favor sírvele una taza de café.
El pela’o le dice a la
señora: –– Con tres cucharaditas de azúcar, es que me encanta bien dulce.
El pela’o le sopla y después
le da un enorme trago, al exquisito café de olla de la casa del campesino de
allá mesmo y exclama: –– ¡Ay ‘abrón!, ¡ahí ta’ de nuevo!
El Filósofo que lo observa
detenidamente le dice: –– Mira ‘abrón, lo único que necesitas, es quitar la
cucharilla del azúcar… ¡ANTES DE DARLE UN TRAGO AL CAFÉ!
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