Me
cautiva la frase que dice: “A veces perderse… es la mejor manera de
encontrarse”
Y
cuando tienes la magia de encontrarte a ti mismo, te conectas con tu maestro
interior, que te lleva a aceptarte tal como eres, con tus debilidades y zonas
de oportunidad, con tus virtudes, bienes y dones.
Cuando
tienes la virtud de encontrarte contigo mismo, vives en un plano superior,
pleno de Energía, Entusiasmo, Pasión,
Amor Incondicional, Luz Divina, Creatividad; te ensimismas en tus poderes y
dejas de criticar a las persona –que es un homenaje a la mediocridad de quien
critica– y te trasformas en un ser de luz amoroso, que conecta con la esencia
de la vida.
Cuando
te encuentras contigo mismo trabajas en tu trascendencia, vives no en cantidad
de tiempo, si no con calidad; ves el dolor ajeno como una oportunidad de servir
al prójimo, con ese toque de vida inesperado que da la alta frecuencia del amor.
Cuando
te encuentras contigo mismo, dejas de posponer las cosas que llevan a tu
evolución y crecimiento, naces a una forma diferente de vida, las puertas que
estaban cerradas se abren, dejas de convertirte en víctima de la adversidad,
pasando a ser protagonista de tu propia historia.
Cuando
te encuentras contigo mismo, brota la pasión que te conduce a disfrutar la
magia de la vida que el universo tiene para ti, entonces reconoces que no
requieres poder o dinero para ser feliz, lo que necesitas es comprender que
formas parte del milagro de la vida y que no estás aquí por casualidad, sino
para amar, ser amado, creer en ti, crear, trascender, ser feliz y triunfar.
Cuando
te encuentras contigo mismo, sabes que la vida es un exacto equilibrio, en
donde lo que siembras cosechas, lo que das regresa, cuando te encuentres frente
al odio y al amor, opta por éste, porque el amor es la mayor fuente de armonía
y bienestar, elimina la obscuridad, vivir en sintonía con el amor es confiar en
tu luz interna.
Encontrarte
contigo mismo, es rencontrarte con tu sabiduría y brújula interior, aceptando
las cosas buenas que la vida tiene para ti, ofrendándolas para servir, es
entonces que tu ser se abre para iniciar los cambios profundos que necesitas
para crecer y evolucionar.
Encontrarte
contigo mismo, es saber que cada tropiezo trae una lección que es para ti, para
que tomes impulso, te agigantes y vayas más allá de tus límites, sabiendo que
el hombre se mide por resultados, porque es la adversidad la que tiene la
virtud “de transformar la carne… en alma”
Encontrarte
contigo mismo es vivir ensimismado en tus sueños… no en los de otros, sabiendo
que conocerás el cúmulo de aptitudes y capacidades que tienes… cuando te des el
permiso de intentar.
Cuando
te encuentras contigo mismo, te dejas guiar por la voz de tu corazón, reconoces
que la vida es un regalo que DIOS nos da, para vivir, no para sobrevivir,
entonces dejas de magnificar los problemas, aprendes a ver tu humana fragilidad
con aciertos y errores, y tienes sueños, que es atar tu fe a una estrella… e ir
en pos de ella.
Encontrarte
contigo mismo, es empezar el día con más sabiduría, es saber que la vida es más
agradable cuando la ves desde la óptica del amor y del humor, a propósito de
humor, en la iglesia del monasterio las monjitas ensimismadas en el poder de la
oración rezaban en coro, cuando de pronto una de ellas grita despavorida:
—
¡Ay, una maldita abeja! ¡Mátenla! ¡Mátenla!
La
madre superiora –siempre llena de natural sapiencia–, amigablemente la
reprende:
—
No es de cristianos maldecir, ni pedir que se mate a una criatura del Señor.
Mira la cosa es muy sencilla, para que se vaya ésta abejita basta tomarla
cariñosamente en la mano, así y ¡Ah abrón!... ¡ES UNA ABEJA AFRICANA, LA JIJA
DE LA TIZNADA!
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